EL DETECTOR DE MENTIRAS
Científicamente está comprobado que cuando una persona miente, en su organismo se producen variadas reacciones fisiológicas espontáneas, de variable intensidad, que se ven alteradas. En este sentido la presión sanguínea, el ritmo cardíaco, la respiración son los principales aspectos de medición. Pero ¿sabemos cuándo una persona miente o dice la verdad?
El polígrafo o “detector de mentiras” es un instrumento de características sensoriales, que se utiliza para determinar si una persona miente o dice la verdad. Esto se realiza a partir de una medición continua en el cuerpo humano de la presión sanguínea, la respiración, el pulso cardíaco y la piel. Su objetivo se centra en registrarla y entregar una cuantificación bajo rangos que determinan lo uno o lo otro.
La historia de los primeros polígrafos se remonta hacia 1895 con Cesare Lombroso un médico y criminólogo italiano, representante del positivismo criminológico. Él inventó un dispositivo para medir los cambios en la presión sanguínea. Pero a su vez, Vittorio Benussi en 1904 que inventó otro de similares características, con la finalidad de medir la respiración.
Años más tarde, en 1915, el estadounidense William Marston, luego de iniciar sus estudios de derecho en la Universidad de Harvard, publicó algunos trabajos relacionados con la medición de la presión sanguínea. Pero, pese a los trabajos anteriores de otros inventores, se autodenominó el “padre del polígrafo”.
Sin embargo, en 1921 el doctor John Larson de la Universidad de California, inventó un dispositivo que registraba la presión sanguínea y las respuestas frente a otros estímulos. Este fue el primero en ser utilizado para el trabajo policial en el Departamento de Policía de Berkley, California. Posteriormente, John E. Ried en 1945 desarrolló otro aparato de similares características, pero enfocado a registrar la actividad muscular con cambios en la presión arterial. De aquí nace el origen de la Técnica de Ried.
Más allá de la historia del polígrafo, lo cierto es que se trata de un elemento técnico que es un apoyo en la investigación criminal en más de 90 países. Se dice, al interior de algunas agencias policiales, que el polígrafo tiene una credibilidad del 95% pero la comunidad científica solo le otorga un 60%. Esto porque se basa en lo sensorial y por tanto el simple nerviosismo, por el estímulo que sea, puede ser registrado erróneamente como falsedad.
Algunos psiquiatras, psicólogos y neurólogos, entre otros científicos, coinciden en señalar que existe poca base para la atribuir validez a las pruebas de polígrafos. En algunos países de América Latina el Polígrafo se utiliza como prueba judicial, como por ejemplo en Guatemala y Panamá. Sin embargo, en Estados Unidos el Polígrafo se admite como prueba judicial bajo estipulación; es decir mediante acuerdo entre el fiscal y el defensor. Esto sólo en algunos Estados. En cambio, en otros países de Europa se muestran reticentes a la admisión de la prueba de polígrafo.
Por otra parte, en nuestro país aún no está validado el uso del polígrafo y por tanto su utilización para fines judiciales no tiene sustento legal. Esa es la principal razón de por qué no se utiliza. No obstante, este equipamiento técnico, podría llegar a constituirse como una buena herramienta de apoyo al proceso de la entrevista, pero solo con una base legalmente definida.
Algunos especialistas en Técnicas de Entrevista e Interrogatorio consideran que el mejor detector de mentiras lo llevan intrínsecamente los seres humanos. Esto, a partir de la interpretación de ciertas dimensiones que combinan la comunicación no verbal, la programación neurolingüística y el contenido. Ello, se sustenta en una buena aplicación de una técnica y un método para valorar la información recolectada.
En este sentido con una buena aplicación de la técnica, se puede conocer incluso el momento preciso en que la persona miente o dice la verdad.
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