EL SALUDO

El saludo es una muestra elemental de cortesía que se ofrece cada vez que nos enfrentamos a alguien como gesto inicial de una interacción. Por lo general, cuando se debe ingresar a un lugar, cuando nos encontramos con un familiar, con un amigo o cuando nos enfrentamos a una situación en que se desarrollará una conversación, se inicia con el saludo.

Se trata de una costumbre cotidiana y sencilla que refrenda la cordialidad y el respeto hacia quién lo recibe. En caso contrario, encierra una desagradable sensación para quien es ignorado. O simplemente deja una muy mala señal de rudeza y mala educación de quién lo niega, provocando incluso una antipatía en quienes lo perciben. Por tanto, es una forma de comunicación no verbal que dice mucho según su contexto.

En sí el acto de saludar tiene una trascendencia desde la época de las cavernas, donde siempre fue una muestra de gratitud y de respeto. De ahí, por ejemplo, que al enfrentarse dos hombres cavernarios levantaban sus brazos en señal de atención y de no agresión. Luego en la época medieval los caballeros estrechaban la mano derecha en señal de saludo, dado que era la mano por donde se sostenía habitualmente la espada. En consecuencia, para este caso, saludar con la derecha era un acto de no agresión.

Evolución del acto de saludar

El saludo ha ido teniendo diversas formas y variaciones en las distintas culturas en el mundo. Denotan, en muchos casos, el nivel de privacidad del territorio portable, ese círculo de territorio individual que cada ser humano posee. Por ejemplo, el saludar con un beso en la mejilla entre un hombre y una mujer, en Chile puede ser un acto habitual y cotidiano. Sin embargo, en otras culturas acercarse a una mujer por primera vez de esta manera, puede ser considerado un acto atrevido e invasivo.

En algunas culturas orientales, un saludo puede estar representado por una simple inclinación de la cabeza y acompañado de breves palabras. O en otras sólo con un apretón de manos o acercar las mejillas a uno y otro costado. En la cultura egipcia, las personas saludaban inclinando el cuerpo y bajando una mano hasta la rodilla en señal de respeto. En otra, cómo la judía, lo hacían con una inclinación de cabeza y un abrazo. Los griegos se estrechaban la mano y los romanos ofrecían y apretaban el antebrazo.

Sin embargo, si se va a estrechar la mano, sobre todo entre varones, debe hacerse siguiendo ciertas reglas que son elementales. Mirar a los ojos y levantar la frente en el acto del apretón de manos es una señal de confianza. También deja entrever honestidad y rudeza con elegancia. Por su parte, como dato al margen, la costumbre de besar la mano a las señoras comienza en el siglo XVII.

Hasta comienzos del siglo XIX, la mayoría de los saludos eran solemnes y rigurosos. El que saludaba a un superior se inclinaba hasta quedar en ángulo recto. Después se pasa a hacer una reverencia con la cabeza tras una breve inclinación y más adelante, se consideró suficiente descubrirse quitándose el sombrero. Por su parte en el mundo militar o en instituciones con una disciplina estricta, el saludo lo inicia siempre el de menor graduación.

En Resumen

Hoy el hecho de ingresar a una dependencia donde hay más personas, el saludo es primordial y debe provenir de quién ingresa a dicho lugar. En fin, siempre y bajo cualquier circunstancia se debe saludar, pues esta actitud tiene un efecto positivo y hará sentir bien a quienes lo reciben. Es una manera fácil de expresar amabilidad y reconocimiento.

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